Ganas de Escribir
Las ganas de escribir
Me surgen ganas de escribir y tengo que hacerlo en
cualquier lado. Será qué tengo algo en la punta de los dedos que me incita a
golpear las teclas de la computadora? Pero es así. La necesidad de escribir es
poderosa. Pueden ser las tres de la mañana y me despierto en medio de la noche
y levanto la compu a la cama y escribo textos como este que no son más que una
necesidad de expresar lo que me pasa. Luego el sueño viene nuevamente y dejo
todo, me tapo con el acolchado de plumas y duermo hasta la mañana.
Hoy me preparé el mate pensando que eran las seis y
media. Fui al baño, me lavé los dientes y la cara. Pero cuando llegué al
dormitorio nuevamente, y miré el reloj del celular, vi que eran las tres!!! Así
que nada, tomé mi computadora, a la que le falta la tecla de la eme, y comencé
a escribir. Casi sin darme cuenta voy escribiendo dos párrafos de nada, pero
escribo como si todo estuviera pensado de una manera inteligente y brillante.
Pero sé que no es así.
Ahora siento que no tengo un tema para hacerlo y el
hormigueo me va bajando lentamente a los párpados que me pesan sobre los ojos.
Siento ese cosquilleo en la nuca avisando que el sueño es fuerte. Siempre estoy
pensando en tantas cosas que se pueden escribir y cuando tengo la computadora
en las manos, mi inspiración se diluye como arena entre los dedos.
Son tiempos aciagos, de desesperanza, de agobio. De no
saber que hacer con lo que sucede y con el deterioro del tejido social de este
bello y maravilloso país que tenemos.
Ayer,
mientras charlaba con vos por audios de whatapps, pensaba en cuantas cosas se
rompen y no se recuperan más. Los ancianos que mueren por la desidia del estado
sordo, los niños que no aprenden, las mujeres que intentan seguir alimentando y
conteniendo a los más débiles. La situación de no tener para comer, de no tener
trabajo, de no tener remedios. Esas cosas son las importantes hoy. Yo tengo
todo eso, pero me duele el alma, de ver
lo que le pasa al otro, a los otros. La gente durmiendo en la calle, los
viejitos, las familias. Los que están porque no tienen otro lugar. Los que han
perdido el trabajo, los que han perdido la esperanza, los que han perdido la
dignidad.
Mi
mate se puso frío y lavado, igual lo ensillo y sigo tomando. Ya son las cuatro
y el sueño se está apretando en mis ojos
y detecto una leve molestia. Ahora sé que debo escribir cuando tengo ganas y lo
que me surja.
Tal
vez de esa manera pueda completar la historia de mi infancia, la de mis
abuelas, mujeres fuertes si las hubo, la de mi familia y sobre todo la de mi
madre.
Por
eso escribir me hace bien, me ayuda a sacar de adentro lo que me acongoja y que
también me hace sonreír. La vida sigue y avanza sin que nadie la detenga. El
tiempo es inexorable. Pero depende de cada uno disfrutarlo saboreándolo como
con un café caliente y dulce un día frío.
Tengo
sueño, y ya escribí. Ahora a dormir. Mañana será un nuevo día con cosas
increíbles por vivir.
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